Y yo te tengo que contar que no he podido tener más suerte con la mía.
Por todo lo que me da todos los días. Porque pasan los años y ella sigue
empeñada en que yo aprenda, en que sea mejor. Porque me exige. Porque
me cuida. Porque me tolera y me entiende, y mira tú que es complicado
entenderme a veces. Pero ella, con tan sólo oírme decir "hola" al otro
lado del teléfono, sabe exáctamente cómo estoy. Mi madre es mi roca. La
orilla cuando creo que voy a naufragar y
el reposo del guerrero, que otra cosa no, pero hay que ver lo guerrero
que he salido. Es la persona que más me importa en el mundo, pero no
porque sea mi madre, es que ella es un ser humano excepcional. Nada
importa, en realidad, porque ella siempre está ahí, y hasta en la peor
de las tormentas yo nunca he dejado de sentirme el hijo más afortunado
del mundo. Porque ha habido tormentas. Y días soleados. Y días grises.
Pero lo único que siempre estaba ahí era ella, para echarme la bronca o
para darme un abrazo. Es la única persona en mi vida que nunca ha dejado
de estar. Y la que siempre va a estar. Y nadie más te puede hacer
sentir eso en la vida. No todos los días me doy cuenta de la suerte que
he tenido (los hijos somos un poco egoistas), y por eso hoy estas
palabras son para ella y solo para ella.
Te quiero todo, mamá.
Gracias por no soltarme nunca de la mano.
1 comentario:
Qué verdad!
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