Lindsay es una ex estrella de la Disney que un día se dijo a sí misma que estaba hasta el toto pelirrojo de ser buena. Y empezó una carrera contra reloj para convertirse en la artista chunga del milenio. Y lo va a conseguir. Porque Lindsay está igual de tarada que Britney, y le gusta el vodka y lo que no es el vodka como a la Winehouse. Pero Lindsay que es una chica muy de su tiempo, muy mona y vanguardista en esto del “chou bisnes” ha decidido hacer algo que las otras no han podido. Comerse una vagina. Como lo oyen. Lindsay se ha hecho novia de una discjockey anoréxica con cara de bakala en pleno mono de speed. Y las dos van juntas a todos lados, porque Samantha (nombre real del dj) va a las fiestas a pinchar y su novia pasea las extensiones en los photocoles. Y claro, Obama ha ganado y los USA son muy rollo guay ahora, pero tampoco hay que pasarse, porque las redacciones de las revistas ya no saben si sacar a Lindsay en la sección de famosas o en la de sucesos, porque Lindsay lo mismo va sin bragas que se choca con el coche o te saca un maxisingle que se llama “Mandona”. Con dos cojones. Y a pesar de que Lindsay a estas alturas pesa lo mismo que un tobillo de Terelu Campos, pues la chica sigue empeñada en ser felpudista y flaca. Y encima con la desgracia de que no la apoya nadie porque como Lindsay se ha comido medio Hollywood, pues lo de bisexual no mola nada y ni las camioneras de Los Angeles le apoyan. Y mientras leen estas líneas, a Lindsay le han echado de su nueva película porque la compañía de seguros ha dicho que no le pueden asegurar que esta tiene más peligro que La Veneno encerrada con Cantizano en un cuarto oscuro. Estén atentos a esta página que nos vamos a hartar de Lindsay.
Qué maravilla.
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