DANA ARANA (1993-2009)

Hoy no les voy a hablar de OT ni del HOLA. Y no saben cuanto lo siento, pero hoy me es imposible. Ayer a las seis de la tarde falleció mi hija Dana, la mejor gata del mundo. Y durante todo el día este es el único post que voy a hacer. A partir del viernes el blog continuará con las entradas que ya estaban programadas…
Me gustaría contarles mi historia con Dana. Nos conocimos en la calle Gaztambide un 23 de Diciembre de 1995. Yo acababa de llegar a Madrid y por cosas de la vida, iban a ser mis primeras navidades sin mi familia. Y ella apareció para acompañarme. Y desde entonces nunca nos hemos separado. Han sido más de 13 años juntos. 13 años maravillosos. 13 años en los que pasé de ser un pelele a ser un hombre. Ella ha estado en cada momento importante de mi vida, desde mi primera publicación en Shangay Express, mi primer disco producido o mi primera novela, que la escribí con ella al lado haciendo las funciones de secretaria y encargándose de tirarme el café en el manuscrito cuando no le gustaba un capítulo.
Todos los dueños de animales dicen que sus mascotas son las mejores. Me da igual, que quieren que les diga. Dana era la mejor. Dana fue un regalo de Navidad y la magia de Dana inundó de risas y ternura la vida de la gente que estuvo a su lado. Dana ha estado acompañada hasta el último momento por su papi adoptivo Philippe Servais, Maribel, su amama vasca y sus tíos Pablo y Gloria.
Dana se ha quedado dormida en mis brazos mientras le contaba que la siesta de hoy iba a ser mucho más larga y que despertaría otra vez en mis brazos. Le he prometido que al despertar, todo iba a ser nuevo, más bonito y mucho mejor. Y le he prometido que su hermano Sam y yo siempre íbamos a estar con ella después de esa siesta.
Quiero compartir esto con ustedes, que tanto se han reído con sus crónicas y con todos los integrantes de su club de fans en facebook. Dana llegó a crecer más y mejor sabiendo que ustedes se reían con ella y les prometo que hasta el último momento, esos ojos azules irradiaron ternura y pasión.
Hoy se me ha muerto un trozo del corazón, pero quiero pensar que, de alguna manera, ella y su ronroneo siguen con nosotros. Porque la magia nunca desaparece y a mí nunca me podrán arrancar su recuerdo.
Dana, papa te quiere.
Gracias.