Está en todos los medios. Ayer, Jorge Javier Vázquez, el
presentador más famoso (se pongan como se pongan) de la televisión en este
país, por lo visto la armó parda diciendo que “Sálvame es un programa de rojos
y maricones y al que no le guste que no mire”. Lo curioso del caso es que tiene
razón. Pero vamos a resumir las cosas.
Alfonso Merlos vive un escándalo estos días, les supongo
perfectamente informados. En ese escándalo erótico-festivo, el tal Merlos (un
periodista de ultraderecha -a las cosas hay que llamarlas por su nombre que no
pasa nada- de chaquetas ultra slim y gomina como para sostener un pantano) se
ha saltado el confinamiento en nombre del amor. La que era su novia oficial
confirma la versión admitiendo que se lo ha saltado para estar con Merlos. Días
después aparece Alexia (que no es el aparato ese que te obedece, por mucho que
obedezca a Merlos) que, obviamente, y al estar en casa de Merlos, también se ha
saltado en confinamiento. El número de personas a los que Merlos ha podido
poner en peligro saltándose el confinamiento se desconoce. Pero se lo han
saltado. Los tres.
Vayamos unos días atrás. Tanto Merlos como Javier Negre
(otro periodista de ultraderecha, que de nuevo, no pasa nada por decirlo) han
rellenado horas de contenido poniendo verde a Pablo Iglesias (Vicepresidente no
sé qué del Gobierno) porque podría haberse saltado el confinamiento. Es decir,
Merlos gana dinero en la tele apostolando y dando consejos de rectitud y moral
que él no cumple. Todos los días. Facturando y criticando.
Y ayer, un periodista que vota a VOX, que era paparazzi y
que ahora está en “Sálvame” viviendo sus horas más bajas (Antonio Montero)
resulta que se pone a justificar a Merlos, con quien comparte ideología. Y sólo
en ese momento es cuando JJV estalla y dice que no se puede tener esa doble
moral de la ultraderecha de ir predicando y no cumpliendo con el ejemplo. No se
puede ir de digno y decente por la vida y usar un lío del faldas para pasarte
la ley y el Estado de Alarma por el forro de los cojones, que es por donde se
lo ha pasado Merlos.
¿Se trata de destrozar a Merlos? Ni mucho menos. Se trata de
denunciar una actitud pasmosa, que Merlos será todo buen tertuliano que usted
quiera, pero como ser humano ha dejado mucho que desear estos días. Y no me
refiero a los cuernos ni a las novias, que ese es otro tema. Me refiero al
confinamiento, a lo que todos estamos pasando y que a veces nos cuesta mucho.
Aprovechar un permiso laboral (que te permite ir a trabajar y nada más) para
justificar la puerta giratoria de novias que el de la gomina ha instalado en su
chalet.
Los dueños de “La fábrica de la tele” (ex jefes míos) son ambos
conocidos por su presunta predilección por la izquierda y por ser ambos dos
homosexuales. Es decir, JJV hizo un retrato perfecto de dónde trabaja y para
quién. Lo cual le honra. Porque cuando uno tiene el riñón cubierto y un futuro
más que resuelto, lo último que necesita es meterse en estos jardines. Y como
compañero de profesión, este estallido de realidad se agradece mucho. Muchísimo.
¿MI conclusión? Lo que vimos ayer de JJV es absolutamente
real. Algo que no se puede decir de Alfonso Merlos. Y ya estaría.
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