viernes, 8 de febrero de 2019

LA REALIDAD SE IMPONE SIEMPRE


Igual a alguien le extraña que yo escriba esto, pero es que hay que hacerlo. Y es que hoy les vengo a hablar de "la estafa influencer". Porque hay cosas que son un clamor. Y me viene de perlas el programa de GH DÚO para explicarles esto.

Anoche se enfrentaban a una expulsión SOFÍA SUESCUN y MARÍA JESÚS RUIZ. Y estos son sus cyber datos:

Sofía en Instagram: 1 MILLÓN de seguidores
María Jesús en Instagram: 100 MIL seguidores

Sofía en Twitter: 100 MIL seguidores
María Jesús en Twitter: 16 MIL seguidores.

Esos son los datos. Y sin embargo, Sofía Suescun fue expulsada con un porcentaje altísimo. 

Entonces tenemos una pregunta.

¿Existe el poder de los influencers?

La respuesta es simple: NO (con matices)

Sofía, aparentemente, es un monstruo de las redes sociales. Cientos de miles de comentarios todos los días. Se genera un tráfico enorme en torno a su persona. Lo mismo pasa, aunque en otro ámbito con, por ejemplo, Paula Echevarría. ¿Funciona el producto por el que tanto dinero pagan algunas empresas? Pues no. Realmente no.

Sofía y Paula son dos chicas mainstream. Ellas anuncian lo que sea. Una más fina que la otra pero es lo mismo, básicamente. Da igual si el bolso es de Gucci o de Bershka. Estamos vendiendo un bolso. Y no funciona. Por eso resulta pasmoso el intento desesperado de algunas marcas que piensan que la mejor estrategia de comunicación en contratar a influencers con muchos followers, que es como comprar repercusión a granel. Grave error.

El futuro de la influencia pasa por un solo tamiz: el de la credibilidad. Salvo excepciones muy contadas (como la familia Kardashian o algún deportista), el negocio influencer es un fiasco de proporciones descomunales. 

Claro que hay influencers. Pero no son los que aparecen en las revistas. Hay gente que opina, y tiene muchos seguidores, aunque no tantos como Sofía o Paula, y lo hace con coherencia. El problema es que nadie está investigando la calidad de los followers. La influencia debería medirse en la calidad y realidad de quién te sigue, nunca en la cantidad. Por eso, hoy muchos se rascan la cabeza no entendiendo como una chica con un millón de followers termina reventada por otra que no, no es grande en redes. 

La clave está en la sinceridad. Una la tiene y la otra no. Una es una persona (equivocada o no) y la otra es una empresa de likes sin carácter. ¿De verdad alguien se va a comprar una colonia porque la recomiende Dulceida? ¿En serio? La neurociencia, desde luego, afirma rotundamente que no.

Hoy, Sofía Suescun va a tener que enfrentarse a la realidad de que su enorme persona online no sirve absolutamente de nada en términos comerciales. El negocio ha sido cero. Y les digo que permanezcan atentos a este blog, que en esta nueva temporada, la honestidad, hasta para anunciar cosas, va a estar por encima de todo. 

Como siempre, gracias por leer.

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