UNA EQUIPACIÓN OLÍMPICA DE VERGÜENZA

No les voy a hablar del bochorno inmenso que esto supone porque estoy completamente seguro de que están hartos de escucharlo en todos lados. Tampoco me voy a meter con el hecho de que una empresa rusa sea la que fabrique la equipación de los atletas españoles en los próximos Juegos Olímpicos. Les voy a intentar hablar de dignidad y de amor propio.

No somos Italia y, para serles sincero, en nuestras filas no tenemos ni a Armani ni a Prada (o sus equivalentes) para diseñarnos uniformes. Tampoco somos Inglaterra para echar mano de una Stella McCartney patria. Pero como país, se nos debería suponer un mínimo de dignidad, de vergüenza ajena y de amor propio. En un evento que nos va a costar TANTO DINERO, porque esto cuesta una pasta y eso no se discute, hay que recordar que nuestros deportistas van a competir delante del mundo entero. Ustedes dirán que hablamos de deporte y no de una pasarela de alta costura. Y tienen otra vez razón. Pero no tenemos que olvidarnos que si no es necesario destacar por la elegancia en mallas, también hay que asumir que no se debe llamar la atención por justo todo lo contrario. Somos un país apasionado. Somos la cuna de algunos de los mayores artistas que jamás hayan pisado la faz de la tierra. Y eso es lo que reivindico. Me niego a que el mundo entero vea a mis atletas vestidos de mercadillo. Me da igual si lo fabrican en Rusia (y alguien se forra con la concesión) o en Soria. Lo que no me da igual es que el esfuerzo, la dedicación y la ingente cantidad de trabajo de nuestros deportistas quede reducida a un chiste por la forma en la que van vestidos. Es un clamor popular el brutal rechazo a esta ropa. ¿Nadie va a hacer nada? ¿Tenemos que callarnos y ver a nuestros héroes deportivos convertidos en la broma “Fashion” de tan gran evento? ¿Cómo podemos pretender que se nos vea como “europeos” y multiculturales si quienes nos gobiernan y deciden cosas como estas nos reducen a una anécdota textil de triste gracia? Y aunque me contradiga (porque soy muy de contradecirme) estoy absolutamente seguro de que entre nuestros diseñadores de renombre, más de uno, al menos, nos hubiera vestido con dignidad. Igual no hubiéramos sido tan cool como Armani o tan chic como los remeros vestidos por Miuccia Prada, pero al menos, hubiéramos tenido dignidad, una cualidad que, en mi humilde opinión va muy ligada al logro deportivo.

No sé a ustedes, pero a mí estas cosas me mosquean.