VAMPIRELLA

Me voy a poner blando. Blandísimo. Y la razón es muy simple: le voy a dedicar este post a una gran amiga: Vampirella. Es posible que ustedes cuando estén despiertos por la noche practicando el onanismo, se la hayan encontrado anunciando un alargador de penes. Y es que mi amiga es así. Lo mismo escribe uno de los mejores libros de sexo ever, que te anuncia pollómetros. Vampirella es grande y probablemente ni ella se de cuenta. Y como yo los tengo cuadrados, pues voy y se lo cuento a ustedes…

Ni recuerdo cuando la conocí, yo creo que fue a través de nuestro común amigo Javier Muñiz o a través de Leopoldo Alas. Pero eso no importa demasiado, porque Vampy es actualidad constante en la vida de todo aquel que ha tenido el placer (umm) de tratarla. Vampy es una escritora excepcional. Si no me creen, vayan a una librería (ese sitio donde venden libros, palurdas) y pregunten por sus libros. No sólo van a follar más, sino que lo van a hacer mejor.
Pero el sexo no es lo que importa en esta mujer. Para que se hagan idea, Vampy es la primera neogótica trash del Renacimiento. Y para ser gótica y trash siendo rubia platino y vistiendo en colores pastel hay que tener unos huevos que ni el caballo de Espartero. Y los huevos de Vampy son su risa, sus maneras y, sobre todo un cerebro estupendamente amueblado y una boca más grande que un buzón. Hay personas que emplean el grito para hacerse oír, pero Vampy descubrió hace mucho que una voz de terciopelo y un guante de seda llegan mucho más allá… y dan más gusto.

Vampirella es importante en mi vida por miles de razones. Nos reímos de las mismas tonterías y tenemos una sensibilidad de alta frecuencia para ciertos temas. Y eso, a la larga, une mucho. A Vampirella le asusta la mediocridad, Operación Triunfo y cosas así. No me digan que no es para ponerle un altar. Si ustedes leen (cosa que dudo, so pencas) pueden agarrar el suplemento de los viernes del país y leer su Consultorio Sexológico. Y lo van a flipar. Ni la mema de Lorena Berdún, ni la oligofrénica Doctora Ochoa (ahora Lady algo…ya se te veía venir, mona) le llegan a la altura del tacón. Un tacón es a Vampirella lo que la mala hostia a mí. No podemos vivir sin ello. Ni se imaginan (y yo no lo voy a contar) quién le regaló unos Charles Jourdan hace poco. No lo cuento, sobre todo para que no nos caigan las querellas y nos convirtamos ella y yo en pasto de “La Noria” o algo peor, si eso fuese posible.
Igual que Almodóvar es, en cierta manera el que filmó un periodo importante de España, Vampirella es una leyenda con patas. Ha sido narradora de los momentos más surrealistas que alguien pueda vivir. Ha estado en todos los sitios, ha visto de todo y, sin embargo, su esencia ha permanecido inalterable. Igual que su sentido de la amistad. Hay algo en ella que siempre te hace pensar que las crisis pasarán, que volveremos a ponernos como las locas de tanto reír y que algún día no tendremos lorza. La Seguridad Social debería utilizarla como “life coach” y subvencionarla como una grande y libre (me meo). Porque Vampirella, toda sonrosadita ella, es un rayo de luz en este Madrid tan lleno de tinieblas.

A pesar de que ustedes (y mi madre) piensan que soy un cabrón y un penco, en realidad soy bastante tímido y nunca me he atrevido a decirle a ella todas estas cosas. Pero como ahora tengo un blog y soy modernísimo, oigan, pues se lo casco por aquí, esperando que a ella le encante y le “suliveye” esta cosa. Yo le debo más, probablemente, de lo que le podré devolver y como Lola Flores, se lo pagaré en “arte”.
No soy yo muy de decir piropos y así, pero ella se los merece todos. Porque me hace reír, porque es inteligente y porque es todo lo que uno espera de ella y más.
Gracias, guapa…