Alguien muy divertido llamó a una franquicia de Kentucky Fried Chicken y se identificó como supervisor de zona. Acto seguido, le indica que active el sistema de apagado de incendios del local. Y unos chorros de líquidos químicos empezaron a manar de los techos del local de una manera maravillosa y muy fluida. Pero esto no es lo mejor. Imagínense a estos empleados mal pagados llenos de química hasta las verdaderas meninges, mientras el señor que estaba al otro lado del teléfono les dice que a continuación tienen que abandonar inmediatamente el local, salir a la calle, desnudarse y como medida urgente para descontaminarse, les indica que tienen que mearse los unos a los otros. Tócate los cojones, Araceli.
Y los empleados del KFC, que trabajan en el KFC porque la masa encefálica no les da para más, pues van y lo hacen. Ya ven ustedes, timados,engañados, en pelotas y completamente meados. Como una peli porno de las guarras, pero mezclado con cinema verité de alcance social. Una maravilla. Y claro, cuando varias personas observaron a unos cuantos locos en pelotas y meándose los unos a los otros como si aquello fuera el fin del mundo, pues llamaron a la policía, porque en la América profunda pegar a tu mujer, conducir una moto sin casco y ser racista es lo más normal del mundo, pero mear a una compañera de trabajo, pues como que no.
Los empleados han rehusado hacer declaraciones a los medios y los trabajadores de las hamburgueserías made in USA han sido avisados de tener cuidadín con las llamadas telefónicas. Aprovechamos para desmentir, asimismo que la popular Lady Gaga tenga nada que ver en todo esto. No me fastidien que los días no son más divertidos con noticias como estas…
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