¿57 PUÑALADAS EN DEFENSA PROPIA?

Verán ustedes. Me gustaría estar todo el rato escribiendo artículos de chiste para que ustedes se rían, pero esta noche les vengo con un artículo de esos que me encantaría que compartieran en sus muros si están de acuerdo con su contenido. Y es que voy a hablar de un juicio que se va a celebrar en Galicia. Les explico:

Un señor que se llama Jacobo Piñeiro decidió pasar una noche en compañía de dos homosexuales con muchas risas, unas copas y digan lo que digan, seguro que hubo sexo. Horas después, Jacobo había desvalijado la casa, se había duchado y tras asesinar a los dos gays con 57 PUÑALADAS, les prendió fuego. A pesar de que todos estos hechos han sido probados en un juicio, Jacobo fue puesto en libertad por un tribunal popular alegando que las 57 PUÑALADAS fueron en defensa propia.
Entre los detalles de la defensa propia hay que decir que uno de los chicos se encerró en una habitación después de que Jacobo asesinara a su amigo. Y Jacobo, en el colmo de la defensa propia, tiró la puerta a patadas, entró, le quitó el móvil y le apuñaló la cara con saña. Todo, en defensa propia. Después de eso, el pobre e indefenso Jacobo comenzó a desvalijar a casa, se dio una duchita para pasar el susto, metió todo lo que había robado en una maleta, puso varios focos sobre los cadáveres, abrió el gas y prendió fuego a la casa. Todo…en defensa propia.
Durante el juicio Jacobo lo confesó todo y dijo que “la culpa es porque soy así” y un jurado completamente enternecedor le declaró inocente de todo menos del incendio porque a casa no declaró lo de la defensa propia, digo yo. Y esta semana comienza un nuevo juicio con otro tribunal popular. Y yo pienso que los gays siguen siendo ciudadanos de tercera categoría. Porque si este caso hubiera sido con una mujer, como ya sucedió con Sandra Palo, los resultados hubieran sido distintos. Los miembros del primer jurado han debido pensar que los dos gays a los que Jacobo propinó 57 PUÑALADAS EN DEFENSA PROPIA eran dos malas personas que lo querían violar o algo así, y por eso Jacobo merecía quedar en libertad.
Al mismo tiempo que les escribo esto, no puedo dejar de pensar en la mala calidad humana de esos jurados, en la homofobia y en la injusticia de todo esto. Lo único que se me ocurre hacer es aportar mi pequeño granito de arena contándoles esta historia por si no la conocían y que todos ustedes sepan lo que es Jacobo Piñeiro, al que le deseo la peor de las suertes. Ya ven, soy así de vehemente, pero es que hay cosas que me siguen haciendo hervir la sangre. Les mantendré informados de lo que pasa en el nuevo juicio.