UN MAL POLVO

Muchos de mis lectores son unos pendones desorejados y les encanta salir los sábados por la noche (el día que se le da libre al servicio) para ponerse hasta el culo de alcohol de garrafa en discotecas fashion. Y claro, todo ello con la única esperanza de que alguien les pegue un polvo. No se me pongan dignos, que saben que tengo razón. Y hoy les vengo a contar una historia para ver si se ponen las pilas y dejan de irse a casa con el primero o primera que se encuentran, que luego pasa lo que pasa.

Un chico de 24 años salió de fiesta y pilló con una chica mona y apañada de 22. Hasta ahí todo bien. Dominique, que así se llama la chica, por lo visto no se quedó contenta con el polvo y decidió, aún pedo como una comadruña, agarrar un cuchillo y decorar el cuerpo de Wayne (nombre del incauto). Y con un cuchillo de cortar queso la tía perra le marcó a sangre su nombre, y recuerden que Dominique tiene 9 letras. Y no contenta con ello, le marcó una estrella de gran tamaño en la espalda y para rematar el cuadro le hizo varios cortes en brazos y hombros, digo yo que por aquello de la simetría, que es muy importante.
Wayne, el pobre, ha dicho que se puso hasta las tetas de valium y vodka y que por eso no se enteró de que la carnicera de Milwakee le estaba haciendo un apaño. Y claro, Wayne sobrecogido ha dicho: “Yo fui a su casa a follármela, no a que me tatuasen. La odio”. Wayne, eres el colmo de la inteligencia y el saber estar. Y el muy tonto encima tiene el drama de que se va a tener que hacer las pajas con manga larga, porque es diestro y el nombre de la chica lo tiene en todo el bíceps. Ya me contarán el plan.
Yo, que quieren que les diga, me he hecho fan de Dominique, la tecnochari más malvada hasta ahora conocida.

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