Sí señores. Las protagonistas del "Por llevar extensiones no somos pendones" la han liado parda en una discoteca. La noticia de por sí no es demasiado sorprendente. Hubiera sido acojonante si se hubieran pegado en la puerta de una biblioteca o de un museo. Pero ¿en una discoteca?
Las cosas como son. Según publican chorrocientos medios digitales, estas dos celebrities de altura estaban a sistiendo a una entrega de premios que no eran los Oscars, ni los Goya ni siquiera los de Cadena 100 cuando por los visto una le dijo a la otra dle mal que se podía morir, la otra le dijo por donde amrgan los pepinos y a partir de ahí (siempre segun se publica) se dan un par de hostias la una a la otra. ¿Dónde han quedado aquellos días en los que la Preysler machacaba viva a una nieta de Franco no invitándole a su cumpleaños? Pues ya ven, este es el nivel del celebritismo patrio. Por supuesto, no me hace falta decirles que mantengan a sus hijos alejados de estas especies, que nunca se sabe si un día se les plantan en casa con tres tetas, seis pómulos y una lobotomía.
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