martes, 13 de octubre de 2015

LA NUEVA MODA DE LAS REDES SOCIALES Y LA COMUNICACIÓN ( O MADONNA VS. BRITNEY)




Llevo cosa de un mes charlando con alguien a quien admiro mucho, profesionalmente hablando. Una especie de “bromance” en el que hablamos de muchas cosas y en el que yo aprendo a una velocidad de pasmo. Fruto de esas charlas siempre salen unas reflexiones. Y una idea a la que nunca dejo de darle vueltas a la cabeza es en cuál va a ser la nueva moda en cuestión de redes sociales. Y hoy, que lo tengo claro, me animo a compartirlo con ustedes en un post de esos que lee muy poca gente pero que tiene lectores absolutamente agradecidos. Antes de que sigan, les aviso que este es un post 100% libre de Gran Hermano, mujeres desnudas, hombres con nalgas turgentes, memes de futbolistas poco inteligentes o iconos del whatsapp que imitan a la vida real…

¿Siguen aquí? ¡Uy, pues muchas gracias! Ya les digo que hoy les hablo de redes sociales, de lo que va a pasar con las redes sociales. ¿Cuál podría ser la nueva moda? ¿Un Gran Hermano individual y personalizado? (Joder, y eso que les dije que no iba a hablar de GH) Pues no, que para eso ya tenemos Periscope y podemos retransmitir al mundo cosas tan importantes como lo que cantamos en la ducha, cómo cocinamos unas torrijas o el mejor tutorial de maquillaje para travestis que se puedan imaginar. ¿Una red social para encontrar el amor de tu vida basado en tres mil parámetros y seis mil algoritmos? Tampoco, ya existe. Y no, no es Grindr. Ni Tinder (hagan ustedes aquí el chiste). ¿Un microchip instalado en nuestro cerebro que publique actualizaciones en nuestras redes sociales de todo lo que hacemos sin que tengamos que tocar una tecla? Podría ser, pero lo veo muy caro.  De momento. La nueva tendencia de aquí a 10 años en redes va a ser la consecuencia (en mi cabeza) lógica de todo esto. Generalmente, cuando en una reunión de creativos no se llega a nada, se recurre a los básicos, a lo que siempre ha funcionado, al pensamiento vintage o directamente “a lo de toda la vida de Dios”.

Una vuelta al misterio, lo inalcanzable, lo exquisito y sobre todo… lo privado. Eso es lo que pienso que va a pasar. Es decir, desaparecer. Desaparecer para ofrecer cosas, personas, libros, discos, lo que sea, pero de calidad. Las redes sociales han elevado al Olimpo global a personas como Paris Hilton, Kim Kardashian o One Direction. Nula aportación cultural, nula personalidad y sobre todo, fecha de caducidad dictada por unos equipos salvajes de márketing que saben cuándo muere su producto y lanzan el siguiente. Un ejemplo de esto podrían ser las “Chicas Disney” de las últimas décadas: Hillary Duff, Britney Spears, Miley Cyrus, Selena Gómez, Joans Brothers (no son chicas pero van en el lote), Violetta. Todas con fulgurante lanzamiento…y fulgurante caída en desgracia, algunas más ruidosas que otras y algunas pendientes de caer. Pero artísticamente, siempre me ha fascinado, para mal, el hecho de que ahora que tenemos tantos medios, tanta difusión, tanto de todo… no hemos sabido encontrar la nueva Madonna o los nuevos Michael Jackson o Elvis Presley. No hemos sabido poner todas las herramientas que tenemos para crear un ídolo intergeneracional. Y no, de Lady Gaga no pienso hablar que Anita Elberse en su libro “Superventas” ya explica cómo se ha “fabricado” ese fenómeno.

Cuando uno tiene todo, lo único que desea, lo único que le llama la atención es aquello que no puede tener o a lo que no puede acceder fácilmente. Lo exclusivo. E Internet con todo lo bueno y lo malo que tiene ha conseguido que una niñata que trabaja de becaria en una agencia de abogados en Utah pueda tener exactamente el mismo nivel de información que un señor jubilado que pasa sus días en Alpedrete. Todo con un click y una buena conexión.

Creo firmemente, que en los próximos años el valor de las personas que trabajamos en las redes sociales residirá en que lo que contaremos, lo haremos para unos elegidos. Se recuperará aquella emoción de esperar al día de un estreno para ver una película y se tendrá que viajar para descubrir, para conocer, para aprender. Estas famas anabolizadas desde laboratorios de marketing no son duraderas, no dejan poso, no enseñan. Por eso Kim Kardashian nunca será Marilyn Monroe. NI Meryl Streep. Sorprendentemente, Madonna, una mujer bastante parca en sus relaciones con las redes sociales, sigue reventando récords de venta de tickets para sus conciertos. Y aquí no hace falta recordarles que ella es la más lista de todas. ¿Cómo me explican que vendiendo 40 veces más discos que Madonna, Katy Perry no le llegue en venta de entradas ni a la suela de los zapatos? Para mí está claro. Uno tiene casi un “All Access” a la vida (profesional y a veces personal) de la Perry. Sin embargo, Madonna sigue confiando en el misterio. “Si quieres enterarte de lo que hago, vas a tener que venir a verme. EN PERSONA”. Mientras el equipo de Rihanna pasa horas decidiendo cual va a ser la nueva foto que pongan en Instagram para hacer que ella siga pareciendo humana, Madonna está bailando vestida de odalisca (si hace falta ella lo hace) delante de unos pocos miles de elegidos en un estadio. Y esos pocos miles publicarán en sus redes sociales tan sólo la pequeña parte de su vida que ella ha decidido compartir: su trabajo y poco más.

Por eso estoy convencido de que el siguiente paso en el mundo virtual será precisamente desvirtualizarse poco y en sitios muy concretos para que los otros hagan el ruido. Dejarles con ganas de más. Desaparecer y recuperar el factor sorpresa cuando nadie se lo espera. Romper todo lo que los analistas de márketing nos dicen que va a pasar y volver a cargar un producto de valor, de misterio, de anticipación. Recuperar el factor humano. Eso que hemos tenido constantemente delante de nuestras narices y hemos decidido ignorar.

Así de fácil.

POSDATA: Madonna, de nuevo, la más lista, ilustra este post con la foto con más humor negro que se haya hecho en la historia del pop. Seguro que lo van a entender, que ustedes son muy listos.

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