
Anoche, con este espíritu de servicio público que tengo me quedé hasta las tantas para retransmitirles el show de BEYONCE en la Superbowl. El listón (y el playback) lo había dejado altísimo la abuela elástica el año pasado. Y teniendo en cuenta que Beyoncé ha tenido espectáculos y actuaciones memorables y realmente vanguardistas desde un punto de vista técnico, el show apetecía un montón.
Y vaya cuadro señores. Pero un cuadro tremendo. Vulgar, técnicamente inferior a cualquier cosa que ella haya hecho antes, falto de ritmo y con un pico de emoción (es un decir) con la Destiny's Child (sus primas pobres) vestidas en un sex shop de la calle Montera de Madrid y haciendo la peor versión posible del Single Ladies.
La decepción viene de la historia de que Beyoncé es la última GRAN ARTISTA que tenemos en el planeta. Baila espectacular, canta de morirse y sabe sacarse el mayor partido posible. Eso y un equipo que crea cosas sencillas, pero maravillosas paar ella, como el clip del anteriormente mencionado Single Ladies. Y aquí, nada de nada. Ni un solo cambio de vestuario. Ni una sorpresa visual. Ni un tema nuevo. Nada de nada. Miren que me gusta Beyonce, pero supongo que para decir que esto ha estado bien hay que ser un talifán descerebrado. Y ya saben que no es mi caso.
Un último mensaje para esos fans: no me vengan con que Beyoncé cantó en directo y Madonna no. De la misma manera que no le critiqué por hacer playback en lo de Obama, tampoco critiqué a Madonna por su show en playback. Lo que quiero ver desde casa es un espectáculo grandioso. Me da igual si cantan o no. Quiero espectáculo. Y lo de Madonna fue apabullante. Lo de Beyoncé no lo ha sido.
Eso sí, estaba guapísima.
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