
Un vicario inglés se presentó en un hospital en Sheffield contando esta historia:
“Yo estaba en la cocina de mi casa intentando colgar unas cortinas y, casualidad, estaba desnudo. Accidentalmente perdí el equilibrio y me caí encima de la mesa de la cocina donde había una gran patata. Y debido al impacto, la patata me penetró accidentalmente y vengo a ver si me la pueden sacar porque en contra de lo que pueda parecer no me siento muy comodo y dar misa así es una tortura que no se hacen ustedes a la idea”.
Como lo oyen. Una patata en el culo de un religioso de Dios. Hay veces que me da mucho terror escribir de estas cosas no vaya a ser que alguien de la Conferencia Episcopal me esté leyendo y cunda el ejemplo del vicario inglés y las vendedoras de verduras comiencen a gritar como locas cada vez que vean entrar a un cura (o monja, que menudas son ellas) en la verdulería. Y esto…que sólo estamos a lunes. Qué terror.
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