Lo confieso. He escupido un trozo de cruasán al leer este titular en portada de LA OTRA CRÓNICA de EL MUNDO. El camarero habrá pensado que el shock ha sido causado por leer algo del IBEX35 pero no. Tamara Falcó, esa neo mujer con nombre de transformista uruguayo, me ha vuelto a sorprender...
Después de empotrar su coche contra una cafetería gay en la calle Fuencarral, después de quedarse sin gasolina en plena autopista y después de decir "ideal" unas 40 veces por frase... después de todo eso, Tamara no descarta meterse a monja. Y desde aquel titular en el que Yola Berrocal anunciaba que "De momento no voy a trabajar con Almodóvar" esto me parece una joya del periodismo patrio. Y todo esto en una semana donde Isabel Preysler (de profesion: mis estirones, mis azulejos) ha declarado que en su casa "lo estamos pasando muy mal con la crisis". Supoengo que esto quiere decir que, en lugar de cuatro bolsos de Gucci al mes solo se han podido comprar tres. Un drama que cualquier familia española de ahora mismo entiende. Y para rematarlo, Tamara Monja. ¿Se imaginan a Tamara en un convento diciéndole a una compañera novicia: "O sea, tu sabes si las hostias de este convento son light"?
Y no crean que estoy insultando a Tamara. Todo lo contrario. Siepre he dicho que la chiquilla, ahí donde la ven es una filósofa de nuevo cuño. Tamara ha inventado dos corrientes de pensamiento. Por un lado está el Nihilismo Chic (es decir, no sé hacer nada pero siempre sonrío) y por otro está ese "No respiro que engorda". Conozco a ministros con menos impacto socio cultural. Y peor cuerpo. Sobre todo peor cuerpo.
Que Dios nos pille confesados.
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