
Querido Abel,
Hace unos días leía con absoluta perplejidad un artículo
titulado “El juez reabre la causa contra el alcalde de Badalona por el reparto
de panfletos racistas” (http://www.20minutos.es/noticia/1586939/0/xavier-garcia-albiol/alcalde-badalona/panfletos-racistas/). Aun más perpleja quede cuando vi el artículo inicial “El
PP reparte folletos en Badalona con el lema racista "No queremos
rumanos" (http://www.20minutos.es/noticia/688298/0/pp/folletos/badalona/).
Voy a empezar diciendo que en este tema no soy neutral en
absoluto. Como española hija de inmigrante africano y como estadounidense
nacionalizada – es decir, yo aquí también soy inmigrante – me es imposible
analizar esta situación desde una perspectiva 100% neutral. Todo aquel que ha
salido de su país a ganarse la vida sabe lo increíblemente difícil que es
abrirse paso en una sociedad que no es la tuya. Y para todo aquel español que
siente que puede mirar por encima del hombro a alguien por ser de otro país
tengo un consejo: no salgas nunca de España. Porque todos somos considerados
ciudadanos de tercera en alguna parte del mundo (véase cierto sector de la población
de Estados Unidos, donde un español es equivalente a lo que un marroquí es para
cierto sector de la sociedad española). Rectifico, quizás sería capaz de
analizarlo de manera neutral y basar mis argumentos única y exclusivamente bajo
el ámbito legal. Pero ELIJO no ser neutral porque es una de mis misiones en la
vida luchar contra la intolerancia de cualquier tipo, ya sea cuando hablamos de
razas, sexos o de opciones sexuales.
En este caso particular, el primer artículo recoge lo
siguiente “El juez de instrucción se limitó a considerar como excesos verbales
algunas de las declaraciones del alcalde pero apeló a la libertad y al derecho
del político de "expresar políticas de inmigración alternativas a la
vigente". Por el contrario la Audiencia de Barcelona ha reabierto el caso
porque considera que “a estas alturas
del proceso aún no se está en condiciones de afirmar que el contenido de los
folletos se puedan enmarcar en la libertad de expresión, y por tanto ha dejado
la puerta abierta a que el contenido pueda ser constitutivo de un delito de
provocación e incitación al odio e injurias contra colectivos.”
Como la mayoría de mi vida adulta la he vivido en Estados
Unidos, un titular así me sorprende muchísimo porque esto no sería noticia dos
años después de que un alcalde hubiera permitido que esos folletos fueran
distribuidos. Si esto ocurre aquí, ese alcalde no termina su mandato e incluso
me atrevería a decir que no termina su semana en la alcaldía. En Estados
Unidos, frases de este tipo caen bajo la definición de “hate speech” (discurso
que promueve el odio). Como tal, la libertad de expresión que nos garantiza la Constitución
de este país no incluye ningún modo de expresión “que vilifique a una persona o
un grupo en base al color de su piel, discapacidad, etnia, género,
nacionalidad, raza, religión, orientación sexual, u otra característica”.
Me gustaría anotar que existe una gran diferencia entre
querer preservar la seguridad de tu localidad implementando leyes que regulen
la inmigración y el distribuir información que claramente promueve el racismo
por parte de aquellos a los que se supone debemos seguir con su ejemplo. Yo soy
partidaria de una inmigración regulada, de que aquel que quiera formar parte de
un país siga ciertos criterios y se convierta en un activo para su comunidad y
no en una carga social. Pero permitir que el más alto cargo de una ciudad
promueva el odio hacia un colectivo basándose en su nacionalidad me parece
detestable. Y es por ello que aplaudo la decisión de La Audiencia de Barcelona de
reabrir el proceso contra el alcalde de Badalona, Xavier García.
1 comentario:
Y yo os aplaudo a las dos, a la Audiencia y a ti.
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