REVISTA HOLA: VAYA PAR DE GEMELAS

Cuando la portada del HOLA lleva a Tamara Falcó hablando de su vida en una finca rural… uno sabe que las cosas van mal. A pesar de que Tamara se esfuerza una barbaridad por aparecer en las fotos haciendo cómo si supiera:

-Cocinar
-Aguantar una copa de vino
-Parecer natural
-Vestirse ella solo
-Hacer que su hermana mayor parezca infinitamente más gorda y fea

Pero hasta que Tamara no vuelva a estrellar su coche (rollo butronera) contra una cafetería de gays o se quede en mitad de una autopista sin gasolina, pues como que no me apetece muchísimo hablarles de ella, a pesar de que la muchacha ofrece declaraciones impagables tipo “Paseo mucho por mi nuevo barrio”. Vamos, que lo llega a escribir Valle Inclán y no le sale así de bien.

Pero las verdaderas estrellas del HOLA de esta semana son las hermanas Ecclestone, que son hijas de un pavo archiforrado que es dueño de la Fórmula 1 o algo por el estilo. Por supuesto, la ocupación habitual de las dos hermanas consiste en gastarse la pasta del viejo y yo les desgloso los conceptos:

-Comprar ropa
-Operarse la cara
-Comprar zapatos
-Respirar poco (que engorda)
-Ponerse gloss exactamente cada 10 segundos
-Operarse la cara para corregir errores de las anteriores cirugías
-Hacerse fotos con perros que no sabían que tenían
-Hacer que Louis Vuitton cambie su monograma por sus iniciales
-Casarse con un rico para que no les pida pasta cuando las deje
-Comprar extensiones (y ponérselas todas a la vez)

Más o menos así es la cosa. El problema es que una de las dos es mona y la otra no. Hay una que les juro que parece Carla Duval hace 10 años (saben que soy súper fan de Carla) y que se ha casado con un señor tan orondo que lo podría llevar a las fiestas rodando. Eso sí, cargado de pasta. Y las Ecclestone sorprenden al mundo con declaraciones como esta:

“No sé cuantos zapatos tengo. Si lo supiera lo mismo me sentiría culpable”

Y para terminar, desde aquí hago un llamamiento a mis lectores que viven en Londres (en especial a Ignacio Miranda) y les pido encarecidamente que si se cruzan con una de estas dos filósofas de nuevo cuño, que saquen un ladrillo del bolso y se lo estampen en la cara. Harán un bien a la humanidad y ya de paso comprobarán a la velocidad a la que estallan dos pómulos de silicona.

El jueves que viene recuerden… más y peor.