Este pasado viernes decidí irme al cine escapando de la primera entrevista de Rosa Benito en “Sálvame de Luxe”. Así que me fui dando un paseíto a los multicines que están cerca de casa y me metí, más bien con desgana a ver CAPITÁN AMÉRICA, la última de súper héroes. Y la cosa no pintaba bien…
Especialmente después del espantoso sabor de boca que me dejó ese travesti cinematográfico llamado THOR. Un horror perpetrado por Kenneth Brannagh (¿Nadie se atreve a decir que Kenneth Brannagh es un verdadero coñazo?) disfrazado por enésima vez de drama shakesperiano y todo ello con el marido de la Pataky, que tiene el mismo talento para el drama que yo para el encaje de bolillos. Es decir, nulo.
Y miren ustedes por dónde que CAPITÁN AMÉRICA me ha encantado. Todo lo que en THOR era pretencioso, absurdo y barato, aquí brilla de manera inesperada. Desde el principio la película recupera el espíritu de súper héroes y el “todo vale” cinematográfico. Y no se cortan ni un pelo. Para mí, ese es el gran acierto de la peli, que lo único que pretende es divertir y entretener y lo consigue en dos horas que se pasan en un pis pas.
¿Lo malo? Pues miren, el protagonista. Chris Evans tiene el carisma de una lata de mejillones, y a pesar del cuerpazo, le han plantado unas mechas rubias que más que un héroe parece un peluquero de los 70. Su química con la actriz protagonista es nula pero los guionistas parecen conscientes de ello (solo hay un beso y es mínimo) y las frases de Chris son, generalmente de tres o cuatro palabras. El peso dramático lo lleva el resto del reparto y lo hacen francamente bien. Por lo tanto, si quieren pasarse un buen rato viendo una peli de aventuras de las de antes, esto les va a encantar.
NOTA: Un consejo. Quédense hasta el final de los títulos de créditos. Al final de las letras… hay una sorpresa que merece mucho la pena.
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