Ningún titular de los que he publicado es más cierto que esto. Y es que JULIO IGLESIAS se ha casado con la chica esa rubia a la que lleva haciendo hijos sin parar desde hace unos años. Julio ha pasado del exotismo de la Preysler a la paz interior que le da Miranda, una mujer a la que cuando le miras, te entra el sueño.
Y claro, millones de vaginas internacionales (porque Julio ha cantado hasta en tagalo) respiran aliviadas al saber que Miranda, que comparte nombre con una perra de Paulina Rubio, lo ha cazado y ya no va a poder olisquearlo todo. Porque hubo un momento de la historia de España donde Julio afirmaba (casi) que menos a mi madre y a una tía monja que tengo, se lo había tirado todo. Si tenía pechos y respiraba…ella era de Julio, o al menos así nos lo hacía creer la prensa internacional.
Julio ha marcado un antes y un después en el fornicio “around the world”. Los hombres españoles hemos vivido toda la vida de Dios sabiendo que Julio es un poco el Chuck Norris del amor y que jamás podríamos aspirar a zumbarnos 3.000 rubias de diferentes países. Hemos vivido con la presión de conocer una sueca y tener terror al gatillazo, porque si la cosa no se ponía dura, ella inmediatamente nos diría: “Esto con Julio no pasa”.
Por lo tanto, el bruto de la población española estamos agradecidísimos a Miranda (la única mujer que tiene la misma expresión en la cara desde hace 15 años) por haber puesto a Julio en su sitio. Hoy somos un poco más libres y le podemos decir a la sueca de turno que a ver si tiene ovarios y esto lo mejora Julio, que Julio ahora es de Miranda y ya no hay nada que comprobar. Por lo tanto Miranda, aunque seas más sosa que un pan sin sal, te lo perdonamos todos porque nos has dejado como a Lina Morgan: agradecidos y emocionados.
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