Siempre he pensado que el verano es una estación maravillosa para ver comedias americanas. Y no saben lo contento que me puse cuando me enteré que dos de mis cómicos favoritos, Tina Fey y Steve Carell, habían hecho una película juntos. Me puse como los locos. Y el otro día me fui a unos multicines de esos de centro comercial a verla armado hasta las trancas de palomitas y coca cola normal, que la light es de flojos.
Y que quieren que les diga, tengo mucho admiración por Tina Fey, he visto todas sus pelis y sigo su serie 30 Rock, que es humor en estado puro. Pero la película es un poco bodrio. Cuenta la historia de un matrimonio de Ubrique que están un poco hasta las narices el uno del otro y que una noche deciden salir a la ciudad a cenar en un restaurante caro y a tomarse unas copas. Y yo venga a pensar en Jesulín y María José. Y resulta que meten la pata en un restaurante y les confunden con unos quinquis y empiezan a ser perseguidos por mafiosos y policías. O sea, igual que los de ubrique con los paparazzi. Pero los chistes fallan bastantes y a pesar del buen hacer de los dos actores, que hacen buena pareja y tienen buena química, pues la cosa no funciona como debería.
Tampoco es que esperaba yo ver una obra de arte, pero estos dos actores se merecen que les escriban mejores chistes. Eso si, hay un momento donde ella habla de que él necesita una medicación urgente para su pene porque si no aquello sangra mucho y la sangre de pene es escandalosísima, que es una maravilla. Por lo tanto si quieren echar un ratillo con una comedia descerebrada, pues NOCHE LOCA les va a solucionar la papeleta, pero poco más.
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