ENAMORADOS ANONIMOS

Ayer estuve en el estreno de “Enamorados Anónimos”, el musical de la copla. Y todavía estoy con la boca abierta. Ya saben ustedes que casi siempre escribo en broma, pero hoy me voy a poner concienzudo para explicarles porqué ustedes tienen que ver este musical imperfectamente maravilloso. Sigan leyendo, por favor.

Siendo vasco, no es que yo haya mamado (con perdón) la copla desde chico, por lo tanto es un género que me provoca fascinación por el desconocimiento. Y ayer tuve la sensación de estar asistiendo a un momento histórico. Les cuento. José María Cámara es la única persona a la que yo considero un genio de la música en este país. Mi respeto y admiración por él (aparte de todo lo que he aprendido con él) van más allá de las palabras. Y José María es el productor de “Enamorados Anónimos”. Les diré que llegué a casa muy contento al saber, una vez terminada la función, que mi amigo José María ya, definitivamente, va a pasar a la historia de la música de este país. Su empuje, su pasión y su seriedad en el trabajo se respiran en cada número musical, con un magnífico reparto encabezado por Carlos Vargas, Mara y Alba Flores.
“Enamorados Anónimos” pasará a la historia por ser el primer musical nuestro que inunde Broadway. Con dos cojones, oigan. La propuesta es espectacular, atrevida y tremendamente inteligente. En un momento en que los musicales latinos arrasan en los Tonys, llega “Enamorados Anónimos” para dar la puntilla. Porque la obra tiene una perfecta dirección de escena calculada al segundo, una atrevida coreografía de Blanca Lí, un magnífico vestuario y una soberbia dirección musical de Javier Limón. Les confieso que me emocioné viendo el triunfo de mi amigo José María y comprobando que con el talento no hay fronteras, ni límites. Es casi una obligación ir a ver este musical, porque supone el inicio de algo grande. Por primera vez mostramos orgullosos nuestras raíces, sin caer en lo absurdo del purismo y atreviéndonos a mezclarlo con influencias latinas que, en el fondo, se complementan perfectamente con lo que somos y sentimos.
Es cierto que hay momentos irregulares y que hay una parte del elenco que brilla más que otra, pero les prometo que merece la pena, y ustedes saben que yo nunca les tomaría el pelo. Da exactamente igual si ustedes no son fans de los musicales, porque “Enamorados Anónimos” es parte de la historia de José María (que empezó a escribir este musical hace mucho tiempo cuando publicó el disco “Tatuaje”), de la mía y de la de ustedes. La tradición se rompe y aparece el color y las cosas se sacan de contexto en una pirueta difícil, arriesgada y al borde del ridículo fácil en el que nunca se cae. “A tu vera”, por ejemplo, nunca había sido una canción divertida. Hasta ahora. Y así sin parar durante más de dos horas que se hacen realmente cortas.
“Enamorados Anónimos” me ha permitido mantener la tradición sin echar la vista atrás ni una sola vez. Esto va más allá del clásico modernizado, de la copla travestizada y de todo lo que ustedes y yo nos imaginábamos. Y todo con un buen hacer, una elegancia y unos cojones realmente difíciles de ver en la escena nacional.
No les quiero dar la tabarra más. Solo les pido que vayan a verla y me lo cuenten.