GRAN HERMANO VIP: LA TRAMPA FINAL DE LA TELEVISIÓN

Los datos de audiencia lo dejan absolutamente claro: GRAN HERMANO VIP es el programa favorito de la audiencia. En este aspecto no hay nada que discutir y no vamos a poner a criticar o a opinar sobre lo que una persona con un mando a distancia y libertad absoluta elige ver en su casa. Hoy les vengo a hablar, del otro concurso y sus posibles secuelas….

Se lo cuento rápido a ver si me entienden. ¿Serán conscientes los participantes del reality de hasta qué punto se han arrastrado mediáticamente hablando? Esto ni es un concurso de convivencia ni un experimento sociológico. Esto es infinitamente más simple. Metamos a Belén Esteban (de profesión autora literaria de best sellers) y a Olvido Hormigos (Concejala enamorada del amor) y veamos cómo se sacan los ojos de la manera más gráfica posible. Y ya está. Ustedes me comprenderán si alguna vez cuando iban por la carretera se han encontrado con un dramático accidente de tráfico y no han podido evitar mirar entre los hierros torcidos del siniestro. Esto es lo mismo. Y por favor, que nadie interprete estas líneas como una crítica a Mediaset, una empresa privada que vende sus contenidos como nadie y con una capacidad de atracción hipnótica. Por nuestras pantallas han desfilado programas como “Impacto total” que se dedicaban a ofrecer imágenes de accidentes, choques, avalanchas, terremotos o lo que hiciera falta. Y ahí está la esencia de lo que les quiero contar de GH VIP ¿Tendrá claro Belén Esteban que pierde muchísimo en las distancias cortas y se está convirtiendo en una especie de paria nacional? Me provoca curiosidad el hecho de cómo va a reaccionar la ex princesa del pueblo cuando se dé cuenta de que un programa de la productora para la que trabaja haya movido ad infinitum el hashtag #labrujadelpueblo en redes sociales. Y luego está Kiko Rivera, que este sí que no pierde en las distancias cortas. No se la cojan con papel de fumar que lo de los pedos, el olor de pies y la inactividad cerebral nos lo imaginábamos todos.  ¿El resto? Excepto Víctor Sandoval, un artista que nunca ha sabido canalizar su talento, son jugadores de segunda regional puestos en esta especie de futbolín macabro para destrozarle los nervios a Belén. Se ha publicado que la ex novia de Jesulín de Ubrique (de profesión, cantante pop) podría cobrar 65.000 euros a la semana. Y claro, la gente se ha puesto a gritar. Miren, yo no. La columna vertebral de este programa es Belén Esteban que suministra a la cadena horas de zapping con intervenciones como la de “yo tengo un coño de aquí hasta Logroño”. Barata les sale. Ana Rosa, Sálvame, los debates, Última Hora, Cazamariposas y las propias galas del show viven y respiran porque Belén se deshace viva ante una Andreíta Bieber pixelada o cuando recuerda que llega San Valentín y no va a estar con “el Miguel”.

El poder de manipulación de la televisión fue, es y será fascinante. Tan solo tienen que cambiar ustedes a una estrella de productora para que la visión global cambie. Bajo el manto de La Fábrica de la Tele (Sálvame), Belén es una luchadora, una madre coraje más grande que la vida, una mujer llana que habla claro, el último triunfo del proletariado. Sin embargo, en GH VIP, Belén es una pandillera cercana al bullying, una portera insidiosa, una ordinaria, una histérica y una (atención) desalmada (así le llaman) capaz de fingir una bajada de azúcar para seguir zascandileando en el programa.

No puedo evitar pensar en qué va a pasar una vez que Belén salga del programa y vea que le han llamado de todo menos delgada. ¿Cómo se va a enfrentar a que la mitad de los espectadores han pasado de reírle las gracias a tenerle pánico? Lo bueno de esta incógnita es que en menos de ocho semanas, Telecinco nos lo va a emitir con todo tipo de detalles. Bienvenidos a Deconstructing Belén, que esto lo llega a hacer Woody Allen y se lleva dos Oscars. Saben de lo que hablo.