Quizá el título de este post les resulte a ustedes muy
dramático pero gracias al mail que me envía una lectora me he animado a
escribirles esto. Mi lectora me cuenta que tiene un hermano que vive
permanentemente instalado en su zona de confort a pesar de tener un talento extraordinario. Y eso a ella le aterra.
¿Exagerada? Pues quizá un poco, pero déjenme que les cuente.
El hermano de mi lectora es comercial en una empresa de
productos de peluquería y cosmética. Tiene un contrato fijo y un sueldo
aceptable, y a pesar de que no tiene una buena relación con su jefe y ha tenido
ofertas relacionadas con su profesión, permanece ahí desde hace cuatro años. Mi
lectora me cuenta que su hermano estudió publicidad y es un creativo
apasionante. Pero en un momento, el miedo o el cansancio de luchar en una
profesión dura le hizo acomodarse en un trabajo muy por debajo de sus
capacidades y probablemente de sus expectativas. ¿Hace mal el hermano? ¿Es malo
que mi lectora se enfade al ver un talento malgastado? Pues miren, NO y SÍ.
El chico no hace nada mal, a priori. Acomodarse en una
posición laboral no es una cosa negativa. Ha llegado ahí porque lo ha trabajado
y se lo merece. Pero ¿y si el mundo se pierde un genio de la creatividad a
cambio de un sueldo estable? La zona de confort es un sitio donde nos sentimos
a salvo porque hay pocas preocupaciones y todo parece estar en orden,
inalterable ¿Verdad? Pues no. En realidad, la zona de confort es un sitio donde
la creatividad y el crecimiento no existen porque se basa en la obsolescencia,
la apatía y la inmovilidad vital. Es decir, mantenerse en una zona de confort
es maravilloso si uno acepta que ahí han terminado sus retos y su afán de
superación. Le he contado a mi lectora que quizá la clave está en no pelear y
aceptar que alguien, por mucho talento que tenga, tiene perfecto derecho a ser
mediocre. Hace poco tuve una conversación con alguien a quien aprecio mucho y
le dije que la sociedad en que vivimos está claramente dividida en dos clases:
los líderes y quienes les siguen. Y ambas posiciones son igual de dignas.
Ah pero… ¿entonces no existe el peligro en la zona de
confort? Pues miren, precisamente en esa zona es donde reside el peligro más
grande de todos. Cuando nos instalamos en esa zona, inmediatamente nos bajan
las pulsaciones, confiamos, nos sentimos a salvo porque “tenemos la situación
controlada”. Y se nos olvida que en menos de un segundo toda nuestra vida puede
cambiar. La vida y la forma en que la entendía le cambió radicalmente a mi querido
amigo J.A.C. cuando recibió la llamada de que su padre, con tan solo 59 años
murió de un infarto fulminante… e inesperado. ¿Su zona de confort? Destrozada
de un plumazo en un segundo. No crean que exagero. Todos estamos expuestos, en
mayor o menor manera a que la vida nos cambie de un momento a otro. Yo fui testigo
de una primera cita en una estación de tren que cambió la vida de esas dos
personas desde el momento en que se vieron. Seguro que si piensan, ustedes
también conocen un caso.
Mi lectora quiere ayudar a su hermano a salir de esa zona.
Confía ciegamente en su talento y cree firmemente que su hermano se merece el
mejor futuro y éxito para el que esté capacitado. ¿Y qué le contesto yo en este
post? Pues primero de todo, que cierre los ojos, que cuente hasta diez y que
intente ponerse en el lugar de su hermano. Que entienda que su hermano podría
querer salir de esa zona de confort pero tiene miedo. Quizá su hermano de
verdad quiera salir, pero su cabeza lo que le dice es “escapa”. Su cabeza
probablemente le está diciendo que no entre en una zona incierta donde quizá el
cielo no es tan azul y quizá no hay una nómina fija a fin de mes. Para poder
ayudar a su hermano, ella debe entender el sitio donde está.
El cariño y la paciencia son fundamentales a la hora de
apoyar a alguien en una nueva aventura en la vida. ¿Y si la aventura sale mal?
Pues no pasa nada. La vida es un constante “ensayo-error” y quienes llegan a la
meta son los valientes. Piensen por un momento en Madonna. Era un chica no
demasiado agraciada, un poco gordita y con una voz que tampoco era para
morirse. Entonces ¿qué le diferenció del resto y le llevó a convertirse en la
reina del pop? He leído varias entrevistas donde la cantante repite que “tenía
un sueño, una visión” y que sacrificó muchas cosas por ese sueño. Y hay que destacar que Madonna no triunfó hasta que publicó su segundo disco, ya que el primero pasó casi desapercibido. Es decir, la
parte fundamental fue la valentía, la decisión. ¿Se imaginan ustedes que
Madonna no se hubiera atrevido y se hubiese quedado trabajando como camarera en
bares de Nueva York? Nosotros nos hubiéramos perdido momentos mágicos de la
historia del pop como “Vogue” o “Hung Up”. Y sin esas canciones, el mundo quizá
sería un lugar menos bonito.
Desde aquí le digo a mi lectora que le abrace mucho a su
hermano y le susurre al oído que ella va a estar ahí, pase lo que pase y que no
dude que, antes o después, los resultados van a ser increíbles. La “valentía”
se encuentra en nuestro cerebro prefrontal que, al nutrirse de la motivación y
el descubrimiento de un mundo nuevo, aumenta progresivamente nuestras
conexiones neuronales. Le he dicho que le cuente a su hermano que ahí fuera
existe un mundo que necesita su talento tanto como el mundo necesitaba bailar “Vogue”.
Porque uno nunca sabe dónde reside su propio límite. Lo único seguro es que no
está en la zona de confort.
Me despido por hoy deseándole a mi lectora que base toda su
ayuda en el cariño y la comprensión. Y que confíe. Antes o después, el mundo
verá el talento de su hermano. Y yo seré feliz de poder contárselo a ustedes.
Como siempre, muchas gracias por leer.
2 comentarios:
Buen desarrollo de la historia. Buen consejo, que lleva un profundo conocimiento, seguro basada en la experiencia.
Gracias a ti por escribir salao ;)
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